“Las Navidades son para disfrutar del presente, estar con los seres queridos y potenciar el ser por encima del tener”. Los regalos que hacemos en estas fechas deberían representar estos valores pero muchas veces “el regalar” se acaba convirtiendo mas en actos que sirven para cubrir algunas frustraciones o carencias afectivas que para representar los valores navideños.
La forma en la que regalamos o compramos regalos dice mucho de nosotros. Y de cara a los hij@s y su educación es muy importante los mensajes que les mandamos a través de ello.
Las compras excesivas, el intentar equiparar el cariño que sentimos por la persona a lo que nos gastamos en ella, son cosas que se tienen muchas veces normalizadas. Pondré algunos ejemplos:
Las compras excesivas, el intentar equiparar el cariño que sentimos por la persona a lo que nos gastamos en ella, son cosas que se tienen muchas veces normalizadas. Pondré algunos ejemplos:
El consumo como medio para alcanzar la felicidad.
Las fiestas de Navidad cada vez normalizan y fomentan mas el gasto y consumo excesivos como medio de alcanzar o mostrar la felicidad. Parece que cuanto más compremos o comamos más felices seremos. “A través de la publicidad se llegan a crear determinadas necesidades en el consumidor bajo la premisa de que lo material da la felicidad”. Lo que lleva a realizar compras innecesarias que de otra forma no se harían.
“Según un informe publicado por el Worldwatch Institute bajo el epígrafe “La situación del mundo 2004”. Se concluía que estas actitudes, contribuían a crear problemas como la obesidad o el endeudamiento”.
Regalos para compensar la frustración por la comparación social.
Cuando el pequeñ@ se convierte en el único de sus compañeros que no viste una determinada marca o que no tiene el último juguete de moda, se pueden crean muchos sentimientos de frustración en él, algunos padres, sufrirán casi más que el niño por ello y harán lo que sea para comprárselo.
Esto es una tendencia que no tiene mucha practicidad en la vida adulta. Hay que enseñar a los hijos a lidiar desde pequeñitos con estos sentimientos. No solo se mantiene una baja tolerancia a la frustración también se incentiva desde edades muy tempranas a seguir una tendencia consumista.
Hay un ejemplo en el cine que trata este tema desde el humor (cómo sino), Un padre en apuros, “Jingle All the Way”, de tirulo original y “El regalo prometido” en Hispanoamérica, película de comedia infantil producida por Chris Columbus, dirigida por Brian Levant y protagonizada por Arnold Schwarzenegger. La trama se enfoca en la rivalidad de dos padres por conseguir una figura de acción (Turbo-Man) para sus respectivos hijos, a última hora en víspera de Navidad. Lo que se traduce en una batalla campal por no defraudarles.
Regalos como medio para saciar un interés personal.
Es muy habitual que todos los adultos recuerden un juguete que les escapo o nunca llego, o se rompió o perdió, y que ese recuerdo amargo perdure tal vez en forma de frustración. Hay padres que por este motivo regalan al hijo cosas más de interés propio que ajeno, instrumentalizando este acto para saciar aquel recuerdo amargo.
En otro sentido pero en la misma línea también podemos encontrar padres que hacen regalos a determinadas edades que no tienen ningún sentido con su edad, y que está claro que es por un interés personal, como maravillosos coches teledirigidos de cientos de euros a niños de dos y tres años, o videoconsolas carísimas a un niño de cinco.
Regalos para compensar la falta de atención o tiempo con los hijos.
El hueco afectivo que muchos padres dejan en sus hijos por la falta de tiempo o la calidad del mismo, tratan de compensarlo muchas veces con cosas materiales. Esto se traduce en que el niñ@ sea el que más y mejores juguetes tenga, con lo que además de fomentar un terrible consumismo estamos haciéndole competir con los otros niñ@s y enseñándole a valorar un prestigio o valor en función de quien más tiene o el ‘tanto tienes, tanto vales’, sin que además, haya ningún merito propio del niño en ello. A parte que las compras no servirán como compensación por esa falta de atención o tiempo.
Algunos consejos prácticos
1. Los juguetes deben ser pocos y que cumplan todas las normas de seguridad, y sobretodo juguetes con los que ellos puedan actuar, manipular, fantasear. No le demos todo hecho desde tan pequeños, procuren estimularles aprovechando el juego.
2. Los padres deben asesorar a sus hijos. Ayuda, por ejemplo, la elaboración de un presupuesto previo que limite el gasto que se puede realizar sin poner en peligro la economía doméstica. Los niños pueden hacer listas y de ahí, los padres escoger lo más adecuado o lo más cercano a su presupuesto. O distinguir entre compras, las justificadas y las que no lo están.
3. Cuidado con hacer regalos que supongan recompensas anacrónicas con su rendimiento escolar y/o comportamiento general.
4.También se recomienda evitar comprar en momentos de euforia o desánimo, ya que determinadas situaciones psicológicas favorecen la compra irracional.
Feliz navidad, y recuerde, el mejor regalo que le puede hacer a sus hij@s cuando son pequeños es pasar tiempo con ellos.
Alfredo Gª. Gárate.